Un científico del RJB-CSIC participa en el descubrimiento de puertas temporales en las autopistas del viento

Un equipo de científicos españoles ha conseguido por primera vez demostrar matemáticamente cómo el viento condiciona las grandes rutas migratorias de las aves en su trazado y calendario. Así lo publica la prestigiosa revista científica de acceso abie

Madrid, 18 de agosto de 2008

En 2004, un equipo de investigadores españoles demostró en un artículo destacado en la portada de Science que en el aparente caos del viento existen "autopistas" invisibles que explican por qué áreas geográficas separadas entre sí por miles de kilómetros comparten una gran cantidad de especies.

Ahora, dos miembros de aquel equipo, Ángel Felicísimo (Universidad de Extremadura) y Jesús Muñoz (Real Jardín Botánico, CSIC) se han unido a un especialista en aves, Jacob González-Solís (Universitat de Barcelona), para demostrar que esas autopistas de viento tienen un trazado muy preciso y que sólo se puede transitar por ellas en períodos de tiempo muy concretos.

En este nuevo trabajo, que publica la revista de acceso abierto PLoS ONE, los autores se plantearon utilizar aves equipadas con geolocalizadores para conocer qué rutas seguían en sus viajes migratorios, tema en el que González-Solís lleva trabajando desde hace años. Las pardelas cenicientas, que nidifican en Canarias y pasan el invierno frente a las costas de Sudáfrica y Namibia, eran las candidatas ideales, por dos motivos. El primero, que lejos de volar en línea recta para recorrer los aproximadamente 8000 km que separan Canarias de Sudáfrica, se dan un paseo hasta Brasil en el que recorren unos 3000 km de propina. ¿Cómo es posible que sea rentable para un pájaro de apenas 800 g de peso dar este inmenso rodeo? El segundo, que para volar utilizan una técnica muy peculiar: “surfean” sobre el aire que las olas empujan delante de sí. Y como el viento es el que genera esas olas, nada mejor que utilizar datos del satélite que mide sus características –el QuikSCAT, con el que ya han trabajado Felicísimo y Muñoz– para ver si las pardelas seguían las autopistas de viento que hay entre Canarias y el extremo sur de África.

Analizando los vientos oceánicos día a día medidos por el satélite QuikSCAT y comparándolos con las localizaciones de las aves, los autores encontraron que la antes incomprensible ruta migratoria era exactamente la más eficaz para dejarse llevar por los vientos en la época de migración. Otras rutas más cortas supondrían grandes costes en términos de energía al tener que volar contra vientos desfavorables.

El segundo resultado del trabajo –que por cierto no se esperaban– fue que ese viaje no puede realizarse en cualquier momento, ya que existe una invisible “puerta” temporal un poco al norte del Ecuador que permanece cerrada durante meses debido a la existencia de calmas o vientos contrarios. Sólo cuando comienzan los vientos favorables las pardelas inician conjunta y coordinadamente su gran viaje hacia el Sur.

En este trabajo se han utilizado nuevas técnicas desarrolladas expresamente para estos análisis espaciotemporales, con lo que se ha conseguido por primera vez una demostración matemática de cómo el viento condiciona las grandes rutas migratorias en su trazado y calendario. Las técnicas desarrolladas abren las puertas a nuevas investigaciones cuyo objetivo sea conocer cuándo y por dónde se puede producir la entrada de patógenos o especies invasoras en un determinado lugar, cuando es más eficaz un tratamiento contra alguno de estos organismos indeseados, o estudiar cómo han podido evolucionar las especies colonizando otras áreas

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Artículo publicado en PLoS ONE

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